Para mi sorpresa, he visto en un telediario, que algunos de los que iban a participar en una procesión portando un trono, días antes habían ido al gimnasio (pusieron imágenes de sus entrenamientos), y además, mientras hablaban a la cámara, detrás había alguno haciendo estiramientos; éste no sé si iba con un trono, de nazareno, encapuchado con cirio o… En fin, como si fueran a unas olimpiadas, o como mínimo a una carrera pedestre. Recuerdo que los ¨costaleros¨, que así se llaman los que llevan los tronos, eran en su mayoría gente de clase trabajadora: pescadores, albañiles, funcionarios… Algunos salían todos los años, por tradición; otros, bastantes de ellos, cumplían promesas que habían hecho al cristo o la virgen de turno, con una fe inquebrantable y esperando a cambio su particular milagro, con la cura de alguna enfermedad, o vaya usted a saber que petición había de por medio. El recorrido de una procesión en una ciudad se puede medir en tiempo, y en función de esto el esfuerzo puede ser considerable. Acababas hecho un cristo, precisamente. Lo sé por experiencia propia.
No recuerdo tanta tontería gimnástica en aquellos tiempos. Se salía, bien bajo un trono, de nazareno o de la manera que pudieras salir y punto.
Por otro lado, nunca había visto llorar tanto en las procesiones; que sí, que también había sentimiento a flor de piel, y alguna lagrimita caía, sobre todo de las personas mayores; pero la gente joven no tenía tanta lágrima fácil al pasar el trono. También es verdad que no había tantas cadenas de televisión, (esto tiene mucho que ver, los cámaras van a la caza de quien apunta maneras).
Una de las tradiciones, de la que no se habla, y que se repetía todos los años, era que las paradas que tenían programadas para el descanso los costaleros, “coincidían” a veces, sobre todo por el centro de Málaga, con algunas tabernas que se encontraban siempre perpendicular al paso de la procesión.
Una de ellas se llamaba ¨La Campana¨, estaba en ¨La Alameda¨ y el punto estaba, en que la gente lo sabía y cuando paraban en el sitio convenido, salían rápidamente unos cuantos de debajo del trono y el público se apartaba haciéndoles un hueco para que pasaran. Entraban en la taberna, los chupitos estaban ya preparados en la barra, en hileras; se lo pegaban entre pecho y espalda y, regresaban bajo palio a sus labores. En la próxima parada les tocaba a los que no habían salido la vez anterior.
La foto que pongo aquí (faltan 2 o 3), me la mandó alguien de la pandilla. No recuerdo a quién se le ocurriría, pero como siempre estábamos inventando algo, decidimos salir ese año de nazarenos.
Fuimos a la iglesia de ¨La Zamarrilla¨ (creo que se llamaba así), estaba en la calle ¨Mármoles¨,
cerca de nuestro barrio, (Las Viviendas de Cuevas de Arango) pagamos por el alquiler del traje, y al día siguiente cuando lo entregamos, tuvimos que pagar una multa, porque los capirotes estaban impregnados de cera, o sea tiesos. Llevábamos unos cirios, que pesaban un quintal; uno comenzó a echarle cera al otro, y así, al final la liamos.
No recuerdo tanto drama en Semana Santa; pero esto no quita, que la mayoría, incluso no creyentes, no tuviera respeto por lo que significaba para mucha gente; sin ir más lejos en nuestras propias casas.
Ah, un dato más: creo recordar que salimos con la procesión de la virgen de ¨La Zamarrilla¨ sobre las 7 de la tarde, regresamos a la parroquia sobre las 3 de la mañana. Calculen la paliza.
Fue la primera vez que salimos en procesión, y también la última.